Todos hemos oído alguna vez nombrar los pendrives USB, las tarjetas de memoria SD o microSD y, más recientemente, los discos duros SSD. Casi seguro que hemos utilizado alguno de estos dispositivos en algún momento. Lo que quizás no sepamos en lo que hay en su interior. Y es que en la mayoría de casos lo que hay dentro de estos pequeños aparatos no es más que chips de memoria. Concretamente, memoria flash. Vamos a hablar sobre las memorias flash que hay en los pendrives USB, las tarjetas SD o los discos SSD.
Memorias flash
El uso de las memorias flash es el de almacenar información o datos. Actualmente estos datos son imágenes, documentos, películas… Pero lo cierto es que, aunque parezca que este tipo de memorias son una cosa moderna, fueron inventadas hace 40 años. La inventó la empresa Toshiba y, a diferencia de la memoria RAM, las memorias flash no pierden los datos al dejar de recibir alimentación eléctrica.
Las memorias flash pueden ser borradas y programadas (escritas). Esto les da una serie de ventajas muy grandes y una versatilidad enorme. Y es que las memorias flash tienen un consumo de electricidad ridículo, no pesan, son resistentes a golpes y campos electromagnéticos y son totalmente silenciosas. Por si fuera poco, tienen un tamaño muy reducido. De hecho, si pensamos en un pendrive, es «grande» para poder incluir el conector USB y para que no lo perdamos. Pero en realidad el chip de memoria flash ocupa menos que una uña. Encima, cada vez tienen una capacidad de almacenamiento de información mayor y sus precios son más económicos.
Pendrives USB
Uno de los usos más comunes de las memorias flash son los pendrives USB. También llamados lápices USB o, simplemente, memorias USB. Pero no es, ni por asomo, el único uso de este tipo de memorias. Y es que las memorias flash se utilizan en todo tipo de aparatos, desde ordenadores, móviles, consolas, cámaras… y en general casi cualquier dispositivo electrónico que podamos imaginar.
Un pendrive se trata básicamente de un chip de memoria flash soldado a un conector USB, y metido en un envoltorio. Esto permite conectarlo a cualquier dispositivo que disponga de un puerto USB, que es un estándar hoy en día. Son tan pequeños que los podemos llevar en el bolsillo, en el bolso, o incluso como llavero. Su uso puede ser muy variado, girando siempre entorno a la portabilidad de los datos que en él guardemos.
Podemos usar un pendrive USB para compartir archivos con otras personas. O para tener una copia de seguridad de nuestros datos. También es posible conectarlos a una televisión para grabar programas, o para reproducir los contenidos del pendrive en la TV. Incluso podemos conectar un pendrive a un proyector o marco de fotos digital. Otro de los usos habituales de los pendrives USB es el de crear un disco auto-arrancable para poder instalar el sistema operativo en un ordenador.
Hoy en día el precio de estos dispositivos ha bajado tanto que podemos encontrar pendrives baratos en casi cualquier sitio y con distintas formas, tamaños y capacidades. Hablando de su capacidad, en la actualidad un pendrive de 64GB es común y hasta pequeño ya. Y es que los hay de hasta 2TB, y los modelos de 128 y 256 GB no cuestan nada ya.